¡Y ya queda poco para disfrutar de la playa!, es lo que estamos pensando miles y miles de personas.
Ganas de hundir tu mano en la arena, atraparla e intentar jugar con ella a las palas, jugar a ser niños.
Oler a mar, saltar las olas o simplemente tumbarte bajo la sombrilla.
Ganas de coger el coche y decidir sobre la marcha a dónde ir, sin planes, sin prisas.
Poquito queda, sólo un suspiro, y podremos irnos a esa deseable playa sin prisas por volver.
Estefanía Martín Sebaquevas,2011